Viajar te obliga a conocer nuevos mundos donde se piensa distinto y a hacer amigos que nunca imaginaste.
Viajar te obliga a superar tus limites y vencer tus miedos, por que lo creas o no, eres capaz.
Nada como viajar para combatir los prejuicios, la intolerancia y las mentes estrechas.
Descubres que nadie eligió donde nacer, nadie eligió su color de piel. Y descubres que no hay fronteras más grandes que las mentales.
Aprendes que no vamos a vivir eternamente y a disfrutar de cada momento. Por que nada vuelve, ningún sabor, ningún atardecer,.. cada momento es único e irrepetible.
Te das cuenta que lo necesario para vivir cabe en una mochila, que viajar no es ningún lujo y que basta con un paisaje para hacer de un recuerdo algo inolvidable.
Viajar te vuelve más modesto. Te hace darte cuenta del pequeño espacio que ocupas.
Viajar nos permite crear nuestras propias historias y tener una invaluable lista de memorables experiencias. Mucho mejor que sólo acumular posesiones.
Viajar hace que dejes de preocuparte por las cosas materiales y te das cuenta de lo poco que necesitas para disfrutar; escuchar el sonido del mar, dormir bajo las estrellas,.. cosas que no valen nada pero que llenan el alma.
Viajar para comenzar a vivir.
Al finas del trayecto tu mente se habrá expandido, las brechas se habrán llenado.
No regresarás con nuevos paisajes en tu cabeza, sino con nuevos ojos para ver el mundo.
Viaja, colecciona momentos, vive aventuras.
Al final de tu vida no recordarás aquel fantástico coche que te compraste o los 20 pares de zapatos que tenías. Recordarás aquel día que te perdiste en tu ciudad favorita, las noches que pasaste bajo las estrellas y toda esa gente que conociste en el camino. Recordarás todos aquellos momentos que te hicieron sentirte realmente vivo.
Viajar no es gratis, pero vivir tampoco lo es. Hay gente que ahorra para comprar la ropa que le gusta o el coche de sus sueños, yo ahorro para comprarme los mejores recuerdos.
El mundo es una aventura formidable que no estoy dispuesta a perderme.